El minimalismo es una corriente artística, surgida aproximadamente a mitad del siglo XX, que se decanta por lo esencial y que intenta despojar la obra de arte de todos aquellos elementos que resultan de poca utilidad. Se podría decir que, para los artistas minimalistas menos puede resultar siendo más. Desde hace ya tiempo el término minimalismo también se viene usando para referir a la filosofía de vida de un grupo de personas o individuos que buscan una existencia equilibrada, rodeados de aquello que realmente les resulta imprescindible y que para estar en armonía con su forma de pensar han encontrado la voluntad para cambiar sus estilos de vida y patrones de consumo. Los minimalistas sostienen que poseer tantas cosas carentes de utilidad pueden traer consigo un motivo constante de estrés o de culpa y que tenerlo todo no siempre corresponde con una vida feliz.
También cuestionan el hecho de tener que trabajar para obtener dinero y así poder comprar y comprar en un ciclo interminable y absurdo que imposibilita percibir las cosas que realmente les dan valor a nuestras vidas. Uno de los aspectos que llaman más la atención de este estilo de vida es la relación que guarda con el medioambiente y el impacto positivo que puede llegar a ejercer sobre éste. Se podría decir que, a menor consumo de bienes materiales, menor cantidad de productos por fabricar, menor impacto ambiental, menor cantidad de desechos, mayor ahorro de recursos naturales, disminución de los gases que provocan el efecto invernadero, entre otros. Sabemos que podemos atravesar distintos dilemas al momento de decidir qué botar o donar, qué conservar, qué comprar y cuáles son nuestras prioridades.
Vivimos en un mundo que nos bombardea sin cesar de publicidad y que parece decirnos todos los días que somos aquello que poseemos. Por ello, el simple hecho de empezar a identificar lo verdaderamente útil para nuestras vidas puede resultar siendo una tarea muy dificultosa, pero nunca imposible. Una buena forma de iniciarse en el minimalismo es desasiéndonos de todas aquellas cosas que ya no nos son útiles y que pueden servir de gran ayuda para personas desfavorecidas o para la comunidad (ropa, calzado, armarios, muebles, mesas, cuadros, camas, equipos eléctricos y electrónicos, juguetes, etc.). Se puede comenzar desde las cosas más pequeña hasta intentar quedarse con lo estrictamente necesario. Recuerda que la mayoría de nuestras pertenencias, por no decir todas, pierden valor con el paso del tiempo e incluso llegan a dañarse por completo. También, se pueden realizar donaciones a organizaciones benéficas, poner en marcha una venta de garaje o simplemente regalar todas aquellas cosas que ya no utilices y que resten espacio y bienestar a tu domicilio. Para el minimalismo, desprendernos de las cosas materiales que carecen de uso e importancia puede llevarnos a experimentar una suerte liberación.
Por último, el minimalismo también nos enseña que es necesario evitar las compras descontrolada y las deudas innecesarias, que debemos ser cada vez más inteligentes al momento de realizar compras; y que es cada vez más necesario enfocar nuestro tiempo y energía en actividades que resulten positivas para nosotros, para las personas que nos rodean y nuestro medio ambiente. No debería resultarnos mal alejarnos del estrés e intentar ser feliz cada vez con menos; vivir en espacios ordenados, despejados y luminosos.
También cuestionan el hecho de tener que trabajar para obtener dinero y así poder comprar y comprar en un ciclo interminable y absurdo que imposibilita percibir las cosas que realmente les dan valor a nuestras vidas. Uno de los aspectos que llaman más la atención de este estilo de vida es la relación que guarda con el medioambiente y el impacto positivo que puede llegar a ejercer sobre éste. Se podría decir que, a menor consumo de bienes materiales, menor cantidad de productos por fabricar, menor impacto ambiental, menor cantidad de desechos, mayor ahorro de recursos naturales, disminución de los gases que provocan el efecto invernadero, entre otros. Sabemos que podemos atravesar distintos dilemas al momento de decidir qué botar o donar, qué conservar, qué comprar y cuáles son nuestras prioridades.
Vivimos en un mundo que nos bombardea sin cesar de publicidad y que parece decirnos todos los días que somos aquello que poseemos. Por ello, el simple hecho de empezar a identificar lo verdaderamente útil para nuestras vidas puede resultar siendo una tarea muy dificultosa, pero nunca imposible. Una buena forma de iniciarse en el minimalismo es desasiéndonos de todas aquellas cosas que ya no nos son útiles y que pueden servir de gran ayuda para personas desfavorecidas o para la comunidad (ropa, calzado, armarios, muebles, mesas, cuadros, camas, equipos eléctricos y electrónicos, juguetes, etc.). Se puede comenzar desde las cosas más pequeña hasta intentar quedarse con lo estrictamente necesario. Recuerda que la mayoría de nuestras pertenencias, por no decir todas, pierden valor con el paso del tiempo e incluso llegan a dañarse por completo. También, se pueden realizar donaciones a organizaciones benéficas, poner en marcha una venta de garaje o simplemente regalar todas aquellas cosas que ya no utilices y que resten espacio y bienestar a tu domicilio. Para el minimalismo, desprendernos de las cosas materiales que carecen de uso e importancia puede llevarnos a experimentar una suerte liberación.
Por último, el minimalismo también nos enseña que es necesario evitar las compras descontrolada y las deudas innecesarias, que debemos ser cada vez más inteligentes al momento de realizar compras; y que es cada vez más necesario enfocar nuestro tiempo y energía en actividades que resulten positivas para nosotros, para las personas que nos rodean y nuestro medio ambiente. No debería resultarnos mal alejarnos del estrés e intentar ser feliz cada vez con menos; vivir en espacios ordenados, despejados y luminosos.
